Habitar: un valor agregado

Inmejorables vistas, pero sobre todo con la posibilidad de espacios sumamente luminosos y diáfanos.



Cada día son más las constructoras y desarrolladoras inmobiliarias que piensan en el interiorismo como una de las patas fundamentales a la hora de ofrecer sus nuevos proyectos. El diseño de interiores es visto como valor agregado, ese plus que genera diferencias a la hora de enfrentar las diferentes propuestas del mercado.
Sería contradictorio, en este mundo globalizado, pensar en unidades seriadas o sin posibilidad de ser personalizadas; los clientes del mercado inmobiliario son cada vez más exigentes, producto de un cambio social y cultural. Hoy, el diseño es parte importante de nuestras vidas. 

El interiorista puede participar en la definición de todos los espacios que conforman un proyecto, la idea es mostrar el máximo potencial de cada unidad, como así también, aportar una estética definida y enriquecedora al lenguaje y la arquitectura propuesta. El comprador además de elegir su espacio privado, valora y exige calidad en el diseño de las áreas comunes, sus materiales y los objetos que en ellos se encuentran. El diseño interior potencia la imagen totalizadora del proyecto, que es en definitiva la que seduce al cliente.  
Ya no alcanza con maquetas virtuales de alto realismo, que muchas veces terminan distando de la concreción, hoy necesitamos vivenciar aquel lugar que vamos a habitar.

El cliente valoriza y está dispuesto a pagar un plus por ello; resulta imprescindible poder mostrar al comprador que el proyecto de su unidad está pensado para su vida cotidiana. Quien compra es exigente; se da cuenta cuando visita un proyecto si se le dio importancia al diseño y el interiorismo, o si simplemente, fue estandarizado o diseñado sin pensar en el uso.
Las viviendas nos cuentan sobre quienes las habitan, cada detalle habla de sus moradores; la seriación despersonaliza. En un proyecto inmobiliario el interiorismo es el que define la materialidad, tanto en las unidades de departamentos como en las áreas comunes, en cada detalle de terminación de un edificio, aportando coherencia estética, un pensamiento integral que es mucho más abarcador que una mera decoración. El interiorista le otorga personalidad al proyecto.

El ejemplo que muestran las fotos fue estudiado y proyectado con las bases de este concepto integrador. La intervención fue realizada desde la construcción de la unidad, pensado así que cada detalle comunique, que cada material dialogue con los demás y con el entorno, pero sobre todo, que sus propietarios puedan verse reflejados en cada idea y en cada decisión. La labor del interiorista es acompañar, es sacar a la luz los deseos y necesidades para hacerlos realidad, es también ordenar y enmarcar estas expectativas para que sean realizables y sobre todo coherentes con la dinámica familiar y los usos posibles de cada espacio.
Esta locación cuentan con inmejorables vistas, pero sobre todo con la posibilidad de espacios sumamente luminosos y diáfanos, explorar y explotar al máximo este beneficio, fue premisa absoluta para el diseño interior.


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